Los tiempos cambian, y con ello también lo hacen los diferentes modelos de negocio. Actualmente vivimos en una época en la que prácticamente durante todo el día estamos constantemente entrando y saliendo de diferentes páginas de Internet: haciendo compras online, consumiendo vídeos y películas en streaming, jugando a videojuegos, realizando todo tipo de cursos de forma completamente online…
En los últimos años ha salido a debate el tema de la privacidad de los usuarios que navegan por la red, pues se ha descubierto que las grandes empresas trafican con nuestros datos privados y se los ceden a otras empresas para su propio beneficio. Del mismo modo, podemos ser testigos a diario de cómo estas plataformas parecen saber más de nosotros de lo que nunca pudimos haber llegado a imaginar.
¿Alguna vez has estado navegando en Internet y casualmente te asalta un anuncio en el cual te ofrecen justo lo que llevabas tiempo pensando en comprar? ¿Cómo es capaz Internet de adivinar nuestros pensamientos? Pues la verdad es mucho más sencilla de lo que parece, pues todo esto es gracias a las famosas Cookies.
¿Qué son y cómo funcionan las Cookies?
Las Cookies son esas ‘migas de pan’ que va dejando un usuario cada vez que navega por una página web. Al entrar en cualquiera de estos sitios nuestro navegador registra las acciones que vamos llevando a cabo durante nuestra estancia en estas webs, y muchas de ellas utilizan estos registros para mostrarnos cierto tipo de publicidad que va más a acorde con nuestra forma de ser.
Pongamos un ejemplo: llevo tiempo navegando en Internet en busca de un buen curso online sobre diseño de personajes para películas de animación. A lo largo del proceso de búsqueda he indagado en diferentes páginas webs no sólo con el fin de encontrar el curso formativo que busco, sino para ir descubriendo por mi propia cuenta cómo funciona este mundillo. Toda esta actividad se registra en mi navegador de tal forma que, al visitar diferentes plataformas es bastante probable que me aparezcan infinidad de anuncios en los que múltiples empresas me ofrezcan cursos de diseño de personajes, libros relacionados con este tema ¡e incluso películas!
Pero vamos más allá: hace unos años salió a la luz la noticia de un hombre que le era infiel a su mujer y a través de conversaciones con la amante habían previsto pasar la noche juntos. De forma casi automática el hombre empezó a ver constantemente ofertas de hoteles románticos para dos personas. Entonces ¿espían nuestro comportamiento? ¿dónde está el límite? En este tema hay un auténtico gigante que es, actualmente, el rey indiscutible de nuestros datos privados, y probablemente sea una web que visites bastante a menudo, se llama Facebook, ¿te suena de algo?
La polémica de Facebook
En los últimos años cada vez son más los inconvenientes a los que ha tenido que enfrentarse Mark Zuckerberg (creador de Facebook) debido al tráfico de datos privados que se ha llevado a cabo en su famosa plataforma. Y la verdad es que no es para menos, pues además del ya conocido caso de Cambridge Analytica en el que, usaron los datos privados de los usuarios de la famosa red social con fines comerciales vulnerando así los términos de uso, la plataforma se ha visto involucrada en diferentes polémicas por atentar a la privacidad y hacer un mal uso de los datos personales de sus millones y millones de usuarios.
¿Qué sabe Google de nosotros?
La base de datos que posee la empresa Google es tan grande que podría considerarse francamente inabarcable. Basándose en tu historial (no sólo en tus búsquedas en Google sino también en otras plataformas como, por ejemplo, Youtube, la compañía va almacenando información de todo tipo hasta tal punto que, si nos paramos a pensarlo, esta situación puede dar auténtico miedo.
Como hemos dicho anteriormente esta información que Google almacena funciona para ofrecerte toda clase de anuncios personalizados cada vez que navegamos por la red.
En 2018 el diario ‘The Guardian’ escribió un artículo en el que explicaba a sus lectores cómo descubrir cuánto saben sobre nosotros Google y Facebook, y el resultado es cuanto menos inquietante.